Ha de saber su Excelencia Que la cosa anda jodida Que el hambre no da guarida Y se acaba la paciencia. Ante esta triste evidencia Reniego del vasallaje Y me lanzo al abordaje Cagandome en su Excelencia.
En su Excelencia y de paso Me cago en su beneficio En su carácter fenicio Y en el vino de su vaso. En el juez y en su justicia Por no ser ciega ni tuerta Y dejar la puerta abierta Al poder y su avaricia.
Y siguiendo el desacato Me cisco en la Bula Santa Porque con la muerte achanta Al que no come en su plato Que si malvado es Usía Mas malo es quien le bendijo Dándole casa y cobijo Dentro de su sacristía.
Y también hay para el Rey De este imperio sacro santo Por ser el Rey del espanto Aunque piense como un buey. Si es mas cruel nace garrote Si mas falso, relicario Si mas avaro, vicario Si mas Rey, tonto del bote.
Repartida la inmundicia Entre Reyes de retrete Ratas de toga y bonete Y ladrones con franquicia, Hoy apelo a mi conciencia Y termino mi diatriba Como empecé mas arriba Cagandome en su Excelencia...
"Después de navegar durante años por la literatura de aventuras, y más en concreto, por las novelas y ensayos históricos que trataban sobre los piratas del Caribe, una imagen, por repetida y sorprendente se instaló, con derecho a la obsesión, en nuestras cabezas: en casi todos los barcos de la mítica y libertaria Cofradía de los Hermanos de la Costa iba un grupo de músicos con el mismo rango que el médico, el carpintero o el sastre encargado de reparar las velas, y con una misión tan digna como la de aliviar las nostalgias, acompañar la soledad de alta mar, entretener, o arengar antes de los asaltos a los tripulantes del barco.
Como músicos pensábamos que había una deuda pendiente y nos lazamos a buscar las canciones que se pudieron cantar en esos barcos.
Nuestra primera decepción, fue constatar que apenas se conservaban cuatro o cinco restos de tonadas incompletas, y todas ellas probablemente escritas desde tierra por admiradores de estos aventureros. Tan solo una canción “El canto del pirata” fue compuesta a finales del siglo XVII por un pirata preso en la cárcel de Brest. Por lo tanto decidímos, basándonos en el folclore que probablemente tocaban estos músicos filibusteros, componer nosotros esas canciones.
Para hacer ese viaje a la aventura, necesitábamos un guía que nos acompañase, y el papel, lo cumplió mejor que nadie Juan Sin Sombra... el músico de los piratas. Juan Sin Sombra es un personaje, nacido en Xátiva (Valencia) y que tras dar tumbos de plaza en plaza acabó sus días enrolándose como músico en la Cofradía de los Hermanos de la Costa, en concreto en el barco “Neptuno” del pirata libertario Laurens de Graaf, alias “Lorencillo”.
Juan Sin Sombra, que es el autor de nuestras canciones. A través de ellas nos cuenta su vida y la de sus compañeros y las “hazañas “ de su capitán. Con este disco saldamos, como músicos, la cuenta pendiente con ésta sociedad que dignificó la música popular, en una época en la que ser trovador era sinónimo de miseria y marginalidad." Página de la banda Suburbano.