Adrián Iaies explora, desde los comienzos de su carrera, las posibilidades de conectar mundos estéticos con repertorios –y reglas– distintos. Nunca dejó de ser un pianista de jazz y, en ocasiones, como en su portentoso álbum triple Unodostres, publicado el año pasado, lo es casi en extremo. Y nunca dejó de tocar tangos aunque, por supuesto, no los toca como si fuera un músico de tango. En realidad, la discusión que Iaies plantea con su música tiene que ver con hasta qué punto los materiales definen una música. En todo caso, con materiales provenientes de un lado y procedimientos llegados de otro, lo verdaderamente interesante es que lo que Iaies propone es una música nueva, que comenta diversas tradiciones pero que no se corresponde miméticamente con ninguna de ellas.