Nicanor, qué buena gente, algo se traspapeló en la burocracia universal y quedaste pendiente.
Con su blanca palidez, a veces le ocurren cosas venturosas diseñadas para el héroe que no es.
Alto ahí, Nicanor, no te vuelvas suspicaz, duérmete en el sopor de que eres incapaz. Alto ahí, por favor, cada uno de nosotros lleva dentro un Nicanor.
Nicanor, el hombrecillo, que la anomalía se acabe y la mediocridad lo arrope es mucho más sencillo.
Nicanor, el hombre gris, si el destino no lo reta y no lo saca de su ostra casi es un hombre feliz.